Goethe en Marienbad

Siete por diez contaban tus manos,
mas tu corazón aprendía a latir.
La juventud viste en sus labios,
sellados, casi adolescentes,
buscando retratos, tal vez paternos;
buscando inciertos paraderos
bajo prontos, negros encajes.

Momento, como hemos de vivir
todos y cada uno.

Sobre dos ruedas
de un viejo coche
-asientos de cuero uniforme-
por vencida das,
de nuevo,
la batalla.
Rodean tus pensamientos
las entrañas de jardines,
muros y carmines
que besaste.

Roza ya el anonimato
aquella anécdota
por pocos conocida.